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lunes, 7 de noviembre de 2016

MERITATÓN, AKENATÓN Y NEFERTITI

Meritatón, princesa egipcia de la XVIII dinastía, es la protagonista de la novela "SECRETOS DE LA REALEZA EN EL ANTIGUO EGIPTO". Hija del controvertido faraón Akenatón y Nefertiti, la Gran Esposa Real, el relato de su fascinante e intensa andadura vital nos permite vislumbrar la grandeza de la civilización egipcia, cuya clave de bóveda era la realeza.
Liusmila González

NACIMIENTO DE LA PRINCESA MERITATÓN (extractos)

En el año 1353 a. C. fue elevado al poder el décimo faraón de la decimoctava dinastía de Egipto. A finales del invierno, un día soleado a las orillas del río Nilo y rodeada por esclavas, mi madre -Nefertiti- me trajo al mundo con mucho dolor. Las parturientas lloraban de alegría por el milagro concebido y toda la corte mostraba pleitesía.
Bueno, antes de continuar dejad que me presente. Soy la princesa Meritatón de Egipto, hija de la Gran Esposa Real Nefertiti y el Faraón Akenatón, que en esos años se llamaba Amenhotep IV, después cambiaría su nombre por el de Akenatón.
Mi nacimiento ocurre en Tebas (Egipto) y tal como sucede con todos los nacimientos primogénitos, la alegría rebosaba y el desconcierto también. Mi nombre lo decidió mi padre y significa “La amada de Atón”.
Mi niñez transcurrió felizmente. Me encantaba ir al río Nilo, de hecho tenía una mascota que era una rana verde, muy verde, que siempre me acompañaba. Las horas en el río se me pasaban muy rápido, es como si el río me entendiese o como si mis pensamientos rebotaran sobre él y me devolviesen una contestación sobre cualquiera duda que tuviese, en muchas ocasiones de temas muy relevantes. Sus aguas me tranquilizaban. Hoy en día sigo creyendo que el río Nilo es muy poderoso.  
Durante el primer año de reinado de mi padre, en la ciudad de Tebas las cosas no marchaban bien en las relaciones entre el sacerdocio de Amón y la realeza. Los conflictos se sucedieron aún tres años más antes de la ruptura definitiva y nuestra marcha, familia real y corte, a otra capital localizada e inspirada por las conexiones de mi padre con energía extraplanetaria. “Los verdes” les llamábamos. La nueva capital se localizaba en la zona media de Egipto y mi padre le puso el nombre de Ajetatón.
Extractos de "Secretos de la Realeza en el Antiguo Egipto"
Liusmila González

LA CIUDAD DE AJETATÓN (extractos)

Alrededor del cuarto año como faraón, mi padre ordenó construir una nueva capital para rendir culto al Sol llamada Ajetatón (sita en el enclave actualmente denominado Amarna), a mitad de camino entre Tebas y Menfis. En esta ciudad pasamos diez años y durante esa estancia mi padre aplicó cambios, tanto en arte como en otros ámbitos culturales.
¿Qué decir de esta ciudad? No me gustaba, pues donde vivíamos antes en Uaset (Tebas) era más bonita, vivía feliz, había muchísimo sol y muchísimo oro, mucha arena. La corte se desplazó con nosotros, básicamente porque donde estaba mi padre, el faraón, había trabajo y fuente de ingresos para todos.
Pero antes de que siga hay que explicar cómo llego mi padre a la conclusión de que debíamos irnos de Tebas, construir una nueva capital egipcia y adorar al dios Atón.

Extractos de "Secretos de la Realeza en el Antiguo Egipto"
Liusmila González

CONEXIÓN EXTRATERRESTRE (extractos)

¿Qué significó la conexión extraterrestre? ¿Cómo ocurrió?
A lo largo del periodo histórico en que discurrió el reinado de mi padre, las conexiones con vida extraterrestre significaron un cambio que afectó directamente a la forma de vida de los egipcios que hasta ese momento se conocía.
Mi padre gobernó alrededor de diecisiete años y cuando subió al trono aplicó una serie de cambios religiosos radicales, donde se proclamó descendiente directo del Sol (Atón) implantando el monoteísmo que, a su vez, sirvió de base para el posterior desarrollo de religiones monoteístas en Oriente Medio.
Aunque mi padre era un hombre muy reservado, sabía cómo dialogar y escuchar. Fue quizás por estas cualidades por las que fue escogido para un intercambio experimental y excepcional, sobre cómo deberían vivir los humanos. 
Es realmente frustrante no saber cómo ocurrieron esos primeros contactos de los llamados “verdes” -delegación representativa del Sol- con la familia real egipcia, o sea, mis padres. Solo sé que un buen día me los encontré. No fue un encuentro casual, pues de todas las hijas del matrimonio me habían elegido a mí por la ser la primogénita y futura heredera del poder en la monarquía. Los seres de los que hablo eran tres y también eran una familia, estaban el padre, la madre y el hijo pequeño, quien hizo más confianza conmigo. Eran seres extraordinarios con una energía vital incalculable, metamemoria, sus cálculos eran inalcanzables para el procesamiento humano de la memoria y la lógica.
Los seres de la Orden del Sol comenzaron a explicarnos conocimientos de una sociedad quizás más avanzada, nunca nos dieron órdenes y su calado era cada vez más profundo y más demostrable a ojos de mi padre, que se mantenía muy escéptico, lo cual me hizo pensar que los primeros contactos se debieron haber establecido a través de mi madre, que con su dulzura y su buen hacer, guiada por la Divinidad Absoluta, convencieron y demostraron a mi padre que un Egipto mejor era posible. O quizás el contacto se estableció antes, en la época del faraón Tutmosis III. Aunque el secretismo era total, había papiros clasificados como “intocables hasta mejor entendimiento”.
Entonces, mi padre empezó a caer en la cuenta de que sabían más que nosotros en muchos campos, como la medicina, la arqueología, la agricultura, la astrofísica y muchos más. Eso sí, el secreto debería permanecer para siempre en la realeza egipcia.
Había que comenzar la andadura para buscar una ciudad donde construir, basándose en los conocimientos de geometría que podían imperar en ese otro planeta y para esto los sacerdotes de Amón eran un estorbo, pues se habían anquilosado en sus viejas costumbres, que les habían proporcionado mucho poder a lo largo de tantos años y no las querían modificar. Así comenzó la separación entre mi padre y ellos. La ciencia de otro planeta dio paso prácticamente a otra nueva cultura.

A pesar de tener a nuestro lado los más altos conocimientos, los sacerdotes de Amón consideraron a mi padre un hereje y durante muchos años se produjo un espionaje que conllevó una guerra fría entre ambas partes para la conquista del poder y del oro.
Extractos de "Secretos de la Realeza en el Antiguo Egipto"
Liusmila González

ACUERDOS DE LA REALEZA (extractos)

Un buen día, mi madre, con un haz iluminador en su frente me propuso algo que a la postre y en la historia pudiese parecer estúpido, pero en aquel momento histórico tuvo su significado. Los enemigos de mi padre crecían y en la familia real nos fiábamos bastante bien poco de la muchedumbre y de otras familias emparentadas con nosotros.

A la vista de los hechos, mi madre me pide que tenga un hijo de mi padre. La descendencia y el nuevo faraón, una vez muerto mi padre, debían contener nuestra misma sangre y saber guardar el secreto de la civilización extraterrestre.
Ni qué decir tiene lo que supuso para mí lo que acababa de proponerme mi madre, aunque en ese momento no era del todo consciente de lo que significaba debido a mi prematura edad, pese a que pronto lo descubrí.
Extractos de "Secretos de la Realeza en el Antiguo Egipto"
Liusmila González

NACIMIENTO DE UN HEREDERO AL TRONO (extractos)

Los días transcurrieron muy rápido y cuando menos lo imaginaba se presentó el parto. Fue un parto sencillo, rodeada de todas mis damas de compañía. Pero ocurrió que me enfermé, perdí mucha sangre y tenía mucho cansancio, seguramente anemia también.

Contemplé a mi hijo, tan bello, aunque estaba completamente cubierto de sangre, nació supuestamente bajo de peso y con dificultades respiratorias.
Fue la última vez que vi a mi hijo, me dijeron que había fallecido por enfermedad. Una terrible locura de rabia se apoderó de mí, “me lo han matado” repetía una y otra vez, quería verlo, pero no me dejaron.
Caí en la más absoluta depresión y culpé a mi madre de todo lo ocurrido. Me ataron y me encerraron en una prisión. Mi madre me iba a visitar e intentaba hablar conmigo, pero yo no atendía a razones y entretanto llegó el día del funeral oficial.
Me drogaron para que asistiera, no querían que diese ningún espectáculo, pues venía gente muy importante a rendir tributo a mi descendiente fallecido. Solo recuerdo las cosas vagamente debido al efecto que la locura deja en el cuerpo tras haber amado tanto a un hijo y perderlo en extrañas circunstancias.
Extractos de "Secretos de la Realeza en el Antiguo Egipto"
Liusmila González

RECONCILIACIÓN CON NEFERTITI (extractos)

Tras el entierro mis días no cambiaron, seguí presa, mi madre continuaba visitándome y explicándome que no se pudo hacer nada, que el niño murió de enfermedad y que fue imposible salvarlo.

Hasta que llegó un buen día en que, sencillamente, la perdoné, o quizás no hubo tal perdón si ella realmente no había tenido nada que ver. Porque, analicemos las circunstancias, yo era muy joven, tan sólo tenía 14 años y quizás mi madre tenía razón y no se podía salvar la vida de mi hijo. La duda siempre estará en mí.
Extractos de "Secretos de la Realeza en el Antiguo Egipto"
Liusmila González

ASCENSO AL PODER (extractos)

Una vez reconciliada con mis padres, ocupé el lugar en la corte que ostentaba antes de mantenerme recluida, sólo que cada día tenía más poder en el reinado de mi padre. Sin la compañía ya de los extraterrestres y los enemigos del dios del Sol acosándonos, porque hay que tener una cosa clara, el dinero puede comprar a cualquier ser humano y la presión iba en aumento.

Es así como me conceden el título de Gran Esposa Real y comienzo mi preparación personal para ayudar más en los temas políticos. Y un casamiento a la vista, con un pariente noble, aún no decidido, que podría ser mi primo Tutanjatón -que luego se llamó Tutankamón-, para esta vez, al fin, ser feliz, o al menos eso me decía mi madre. Mi primo pertenecía a la sangre real de la dinastía, era el candidato más idóneo, aunque era menor que yo.
A día de hoy poseo un cuerpo en Egipto, así gozo de la inmortalidad, al igual que muchos otros que mantienen sus cuerpos momificados en el Valle de los Reyes (Egipto). 
Extractos de "Secretos de la Realeza en el Antiguo Egipto"
Liusmila González