Un buen día, mi madre, con un haz iluminador en su frente me propuso algo
que a la postre y en la historia pudiese parecer estúpido, pero en aquel
momento histórico tuvo su significado. Los enemigos de mi padre crecían y en la
familia real nos fiábamos bastante bien poco de la muchedumbre y de otras
familias emparentadas con nosotros.
A la vista de los hechos, mi madre me pide que tenga un hijo de mi padre. La
descendencia y el nuevo faraón, una vez muerto mi padre, debían contener
nuestra misma sangre y saber guardar el secreto de la civilización
extraterrestre.
Ni qué decir tiene lo que supuso para mí lo que acababa de proponerme mi
madre, aunque en ese momento no era del todo consciente de lo que significaba
debido a mi prematura edad, pese a que pronto lo descubrí.
Extractos de "Secretos de la Realeza en el Antiguo Egipto"
Liusmila González