Una vez reconciliada con mis padres, ocupé el lugar en la corte que
ostentaba antes de mantenerme recluida, sólo que cada día tenía más poder en el
reinado de mi padre. Sin la compañía ya de los extraterrestres y los enemigos
del dios del Sol acosándonos, porque hay que tener una cosa clara, el dinero
puede comprar a cualquier ser humano y la presión iba en aumento.
Es así como me conceden el título de Gran Esposa Real y comienzo mi
preparación personal para ayudar más en los temas políticos. Y un casamiento a
la vista, con un pariente noble, aún no decidido, que podría ser mi primo Tutanjatón
-que luego se llamó Tutankamón-, para esta vez, al fin, ser feliz, o al menos
eso me decía mi madre. Mi primo pertenecía a la sangre real de la dinastía, era
el candidato más idóneo, aunque era menor que yo.
A día de hoy poseo un
cuerpo en Egipto, así gozo de la inmortalidad, al igual que muchos otros que
mantienen sus cuerpos momificados en el Valle de los Reyes (Egipto).
Extractos de "Secretos de la Realeza en el Antiguo Egipto"
Liusmila González